Juegos Olímpicos Beijing 2008. El plantel argentino superaba los 30 años de edad de promedio, y los medios especializados y los amantes del basquetbol empezaron a hacer notar su preocupación por el tan mencionado recambio generacional. Esto es, quiénes ocuparían los lugares de aquellos gladiadores, ahora más experimentados y longevos, que lograron la medalla dorada en 2004. Sin embargo, hasta en los más negativos opinólogos, ninguno dudaba de la capacidad de los jóvenes bases que, sin alcanzar las dos décadas, ya peleaban un lugar en la Liga Nacional. La posición de armador de juego fue, a lo largo de la historia del baloncesto argentino, resguardada por carismáticos comandantes, que destacaban por imponer mediante su conducción el estilo del juego que distinguía al combinado nacional.